-Se acabó el estado de excepción. Se terminó el toque de queda…
-¿Y?
-Tu no alcanzaste a vivir el toque de queda en la dictadura…Bueno, sí, pero eras muy chico, además, tu familia era momia, así es que vivías en una burbuja…que después renegaras de Pinocho fue solo un saludo a la bandera, una declaración de intenciones, un ajuste burgués obligado por tus amistades en la universidad…imagínate, tú, el que leía a Lafourcade, el que se reía cuando cantábamos “Ni chicha ni limonada”…
-Ya…¿y?
-¿Cómo que ya… y? No seas cínico… ahora no puedes decir que entiendes a la subsecretaria Daza, al ministro Paris, al gobierno…aunque sí, pensándolo bien, tiene sentido, tú, burguesito al peo…fiel representante de la vieja guardia, de la Concertación en la medida de lo posible…
-Tienes razón con lo de burguesito al peo…pero yo prefiero hincha de cartón…
-Sí, burgués, burguesillo, burguesito, burguélico, burguesillosamente burgués…¿Contento? Y pensar que alguna vez caminamos de madrugada por la alameda hasta San Pablo para tomarnos una última piscola en el antro de Canitrot…
-Buenos tiempos…
-Una mierda…no era más que una buena forma de olvidarnos de la dictadura, una borrachera innecesaria, bastaba prender la tele, salir de compras, ver correr la plata…Carretear toda la madrugada era un ejercicio absurdo que nos ayudaba a seguir vivos…
-Un poco dramático…
-Jódete…Ahora podrás volver a carretear tranquilo, olvidarte de tu pega de escritorio virtual, de tu sueldo seguro a fin de mes, de tu salud de Isapre, de tu AFP intacta sin un peso menos…ja…sin un peso menos…¡Que iluso!
-Exacto…nada es gratis en esta vida…
-Pensar es gratis…¿o me vas a cobrar por decirte burguesillo? ¿Por recomendarte una canción del Pato Manns o un libro de Baradit…? ¿Por seguir siendo tu amigo? ¿Me vas a cobrar por no renunciar a una amistad imposible, por sentarme a tu lado a tomar una cerveza, por escuchar tus problemas con Lucía?
-No sé, tal vez…quizás no te alcance la plata…ya me debes mucho…Es tarde, mejor me voy, total…ya no hay toque de queda…