Era fines de Enero de 2017 y el Maule fué noticia. Una seguidilla de incendios en sectores rurales de la zona secano interior y costera, daban cuerpo al peor megaincendio de la historia contemporánea, en nuestro país. Cobró vidas, poblados, miles de fuentes laborales, vida silvestre y la historia patrimonial de miles de personas. Tuvo tres hitos o zonas: Las Maquinas, Sta Olga y Vichuquen.
Todo un país de testigo, de la tragedia. Aparecieron cientos de “expertos” con muchos minutos de matinal, hubo decenas de “soluciones” y ni hablar de las críticas , pero la verdad, es que fue el sacrificio de miles de personas, (de distintos ámbitos laborales) lo que finalmente logró controlar la voracidad del fuego, hasta que (con un poco de ayuda del clima), las llamas se extinguieron.
La noticia, dejó de ser noticia y pareciera que ese gran incendio terminó. En realidad lo que ocurrió, es que se apagaron las llamas. Se levantaron casas y barrios. Se levantaron el medio centenar de industrias quemadas y con la ya característica resiliencia del maulino, se volvió a la actividad, eso si con un fantasma rondando, advertido, estudiado y cuantitativamente determinado: conforme a la característica de posibilidad de eficiencia, de la capacidad instalada pyme regional y en especial de la zona dañada, solo habría madera para dos a tres años.
Dos o tres años en que bien trabajado con un sistema integral público-privado, daba tiempo para montar algo nuevo que permitiera implementar fórmulas, para darle continuidad de abastecimiento a la industria de la madera, en especial la pymes. Era un escenario malo, pero solucionable.
Se cumplió el plazo advertido, las fórmulas no funcionaron y ha llegado la etapa de un déficit de materia prima, de alrededor de un 25 %. (Infor, estudio disponibilidad 2018). En términos de números, es algo cercano a un millón de metros cúbicos menos de oferta que lo que se tenia antes de los incendios. La industria no caerá, pero si, es muy probable que los más vulnerables si deban cerrar. Desde 2012 que no hay incentivo para forestar por lo que, el crecimiento de nuevos bosques productivos, esta detenido, es decir nos damos vuelta con lo que hay.
La señal de un buen plan de recuperación de bosques quemados, aún no aparece y ojalá se escuche algo pronto, pues casi 100 mil hectáreas de pequeños propietarios afectados, están ahí, a la espera.
Las llamas de los megaincendios 2017, se apagaron, pero la consecuencia, recién comienza.