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Roberto Pizarro: “El agua no puede ser-equivalente a la propiedad de un bien como un auto o una casa”

¿Es la discusión respecto a incorporar la temática del agua en la nueva Constitución una muestra de una mayor preocupación de parte de la sociedad chilena? 

“El agua es el principal recurso natural de Chile y representa al menos el 60% del PIB del país, (la minería es el 15%); pero además posee un rol central desde el punto de vista ambiental, dado que es la base para la mantención de los ecosistemas y de los servicios que estos brindan, incluida la biodiversidad, la regulación de las aguas, la calidad del paisaje, etc. Si a eso se suma que a partir de estos aspectos se genera la equidad social de un país, es decir riqueza y sustentabilidad ambiental, su rol es altamente relevante. Por ende no me extraña que el agua sea un tema de tan alta relevancia para las personas y se vea la necesidad de incorporarla al debate en una nueva Constitución”. 

¿Y qué pasa con la preocupación de las autoridades políticas, de gobierno, lesgislativas…entienden la relevancia del tema?

“Yo creo que cada vez más las autoridades entienden lo que es el agua para Chile y esto será más relevante en un escenario de cambio climático, donde las ofertas se verán aún más restringidas. Pero una cosa es la preocupación en el discurso y otra en los hechos. De muestra un botón. La U. de Talca, universidad del Estado y financiada por los chilenos y chilenas, cerró el ingreso a la carrera de Ingeniería Forestal, y esa carrera era la única en que se enseñaba hidrología y se preparaba profesionales en el ámbito hídrico. Nos acabamos de enterar que cerraron el Centro Tecnológico de Hidrología, porque no cumplía con estándares nunca planteados, desconociendo lo que ese centro ha significado en políticas públicas y en investigación científica para la región y el país. Por ende esa miopía se aprecia ya en la institución que se supone es el ente pensante de la región. Y no veo una respuesta maciza de la sociedad a algo tan relevante. Discurso y actuación no son coherentes”.

¿Qué rol debe tener el Estado en el uso del recurso hídrico? ¿Es suficiente la actual legislación respecto al agua para asegurar su uso sustentable?

“El Estado debe tener a mi juicio 4 roles muy relevantes. Primero, generación de conocimiento científico para nuestras cuencas, porque con conocimiento genero adecuadas políticas públicas; segundo, institucionalidad acorde con las necesidades de fiscalización, de generación de información base y de gestión técnica; tercero, educación y cultura en torno al agua, para una población que debe saber cuidar de mejor manera un recurso vital; y cuarto, ingeniería para la actuación técnica eficiente. Y para todo ello debemos contar con una legislación acorde a escenarios de restricciones hídricas y altas demandas de agua, que permita cumplir los roles ya señalados, que no es la vigente”. 

¿Debe la nueva Constitución establecer o definir claramente la propiedad, uso y administración del agua?

“Por supuesto. Un recurso tan relevante debe ser claramente definido en su propiedad. El agua es un bien nacional de uso público en el código de aguas, pero el derecho de propiedad establecido en la Constitución colisiona con el código. Y la propiedad de un derecho para el uso de un recurso tan fundamental como el agua, no puede ser equivalente a la propiedad de un bien como un auto o una casa. El agua es un factor de seguridad nacional y humana para Chile y su uso compromete nuestra sustentabilidad como sociedad. Por ende merece otro tratamiento. Pero no creo que la administración del mismo sea parte de la nueva Constitución, aunque puedo equivocarme. Fíjese que también hay que saber rescatar lo que tenemos y hemos avanzado y aprendido. Así por ejemplo las organizaciones de usuarios de agua, con todas sus falencias y que tienen muchísimas, han logrado hacer una gestión en la cual han evitado que el Estado se tenga que involucrar, incluso evitando mucha judicialización de los conflictos. Pero obviamente también requieren una mayor fiscalización y una mayor democratización de sus instituciones. Es importante aprovechar todo el acervo que ya traen y que es muy positivo en algunas cosas, con el fin de no descubrir la pólvora. Dicho de otra forma, hay que rescatar del sistema actual los aspectos que han sido positivos y que históricamente han dado resultado, mejorando esas actuaciones y apoyando desde el Estado para una mejor gestión del agua”. 

Dada su vasta experiencia, ¿Cómo se imagina el artículo constitucional que defina el concepto del agua? ¿Podría proponer un borrador que pudiera ser discutido por los constituyentes?

“Creo que por primera vez el pueblo de Chile elegirá a sus representantes para redactar una nueva Constitución y el rol de esos representantes será central para todos nosotros. Por ende el pueblo mandatará a diversas personas para cumplir ese rol. Yo no me atrevo a proponer algo que debe surgir desde el pueblo mismo. Pero estaré a disposición de esos constituyentes una vez electos, porque será nuestro deber apoyarlos si así lo requieren”. 

¿En qué punto se encuentra Chile respecto a la crisis del agua? ¿Está bien hablar de crisis del agua? Y el Maule, en ese contexto, ¿en qué pie se encuentra?

“En Chile, los consumos de agua han crecido en casi tres a 3,5 veces desde el año 1990 a la fecha, misma proporción en que ha crecido el PIB de Chile, por tanto hay un acople entre crecimiento económico y consumo de agua. Pero ese PIB depende de minería, agricultura, turismo, acuicultura, industria, forestal, etc., es decir todos sectores que consumen agua. Entonces, ¿tenemos y tendremos el agua suficiente para soportar este ritmo de crecimiento? ¿Y a ese ritmo podremos mantener la sustentabilidad futura de nuestros ecosistemas? Y es evidente que hay un conflicto actual entre las ofertas y las demandas y eso es una crisis en ciernes o ya declarada en ciertas zonas. Es un hecho que la disponibilidad se ha reducido, sea por factores de cambio climático o mayor consumo de agua, pero el hecho es que hay una crisis que es necesario abordar y resolver. Y a ello no está ajeno el Maule. Pero también es cierto que esto genera oportunidades. Es decir, el cambio climático y la situación de menor oferta de agua es también una oportunidad, porque está generando que la gente diga que estamos en una condición bastante crítica, y sobre esta condición crítica tenemos que abordar esto de la mejor manera posible. Y eso habla de que tenemos que sentarnos a conversar. O sea, hay una oportunidad ahí”.

A nivel regional, ¿Quién posee la mayor cantidad de derechos de agua: hidroeléctricas, uso agrícola, otro uso? ¿Qué lugar ocupa actualmente, en este contexto, el consumo de agua humano?

“Existen usos no consuntivos, es decir el agua es usada y se devuelve a cauce, como es el hidroeléctrico; por otro lado están los usos consuntivos, que consumen para sí el agua, muy globalmente hablando. En los consuntivos la agricultura presenta el mayor uso con cerca del 70 a 80%. El consumo doméstico anda en el 6 a 8%; la minería en el 9% a 11%; y la industria en el 12%”.  

¿Son compatibles estos distintos usos con la legislación vigente?

“Lo son en la medida que las ofertas superen a las demandas. Pero ese no está siendo ni será el escenario futuro, producto de lo ya señalado. Por ende se requiere primero una fiscalización eficiente de lo que se hace y aplica, para saber dónde están las brechas. Por ejemplo, necesitamos conocer cuánto consume cada usuario y ojalá en tiempo real. Los derechos dicen una cosa, pero la extracción real parece ser otra. Por tanto la legislación vigente o futura deberá ser acompañada de una institucionalidad que le permita conocer de muy buena forma los usos en cantidad y calidad. De ahí se deriva que la legislación es una cosa que como ya lo he señalado debe modificarse; y otra fundamental es contar con una fiscalización que dé cuenta de la aplicación de la legislación y que cuantifique los usos y sus implicancias”. 

¿Qué papel deben jugar las empresas, el sector privado, en la gestión sustentable del agua?

“El país contribuye a la investigación científica tecnológica con apenas un 0,38% del PIB. Los países de la OCDE tiene una media de alrededor del 2,5%. De ese valor paupérrimo que aporta Chile, solo un 0,002% es destinado al agua, o sea la nada misma y los investigadores nos peleamos por obtener recursos cada vez más escasos. Y ese 0,38% es aporte del Estado. Y aquí hay un rol fundamental del sector privado, cual es involucrarse en el desarrollo científico tecnológico del país en torno al agua, aportando recursos para investigación y desarrollo. Esa investigación generará conocimiento para sus propios procesos productivos en una sinergia virtuosa que produce ganancias de todo tipo. Es decir, es una inversión y no un gasto. Por tanto, esa es una materia pendiente que el sector privado debe saber abordar”. 

¿Cómo visualiza que se gestionará el recurso hídrico en los próximos 10 o 20 años? ¿Es más bien pesimista u optimista?

Soy optimista a pesar que la Universidad de Talca, la del Estado en el Maule, cierra carreras ligadas al agua y al medio ambiente, y un centro de especialidad; a pesar que veo mucho discurso y poco actuar; a pesar que la investigación científica en torno al agua en el país se sustenta en un mísero 0,002% del PIB de Chile; a pesar de que no visualizo una cultura del agua que cuide nuestro principal recurso. ¿Y sabe por qué soy optimista? Porque si no cambiamos nuestro andar, a futuro no podremos hablar de optimismo o pesimismo, sencillamente porque estaremos destruidos. Por tanto debemos cambiar del discurso al hecho todos los actores, las universidades, los políticos, las instituciones, la población y todos y todas. En ello se juega nuestro futuro y aún más importante, el de nuestros hijos e hijas”. 

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