Fueron declaradas Tesoros Humanos Vivos en 2012 por mantener y cultivar la alfarería como una actividad productiva y representativa del mundo rural

La localidad de Pilén se ubica a unos 12 kilómetros de la ciudad de Cauquenes en dirección al poniente, su particularidad es que ahí se encuentra un grupo de mujeres que ha logrado mantener intacta su cultura entorno a la alfarería, secretos que se han traspasado por generaciones y que se niegan a desaparecer.
El Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio han señalado que es en ese entorno campesino, donde el trabajo de la greda se constituye en una actividad femenina, propia de un patrón de género. Lo identifica como un régimen que está basado en la descendencia matrilineal, de desarrollo exclusivo de las mujeres de esta localidad, las cuales mantienen una jerarquía basada en la edad, experticia y prestigio social. Observa que el mantenimiento de esta práctica cultural ancestral, ha sido posible a través del proceso de socialización y transmisión, en que los hombres como espectadores participantes, aprenden desde niños a respetar y valorar.
La ruralidad que las caracteriza hace que la labor por mantener viva sus tradiciones sea apreciada, desde muy temprano emprende viaje a la montaña en busca de la materia prima para moldear vasijas, palmatorias, jarras, pocillos entre muchos otros productos que forman parte de la cultura campesina y su gastronomía.
Pero no es que la greda esté lista para ser moldeada por las manos expertas de estas mujeres, sino que a punta de azadón rompen el cerro en busca de terrones de tierra que son transportados en canastos y carretas para ser machada con herramientas de madera que permite que luego sea pasada por la zaranda y así extraer el material que se transformará en greda al tomar contacto con el agua y el tradicional amasado del producto que posteriormente se transformará en obras de arte en las manos de las loceras.
Pilén hoy es una localidad con valor turístico por el trabajo que realizan sus loceras y que en el 2012 recibieron la distinción de “Tesoros Humanos Vivos” por su aporte en mantener viva la actividad cultural y comercial de la alfarería ancestral.

Delfina Aguilera Lara locera desde los diez años
A los siete años perdió a su madre y la vida la llevó junto a sus hermanos hasta la casa de su abuela paterna, fue en ese lugar en el que conoció la greda y desde el primer contacto supo que seguiría los pasos de sus antepasados.
No fue sino que hasta los diez años cuando se inició oficialmente como aprendiz de locera, bajo el alero de su abuela y una tía es que conoció los secretos para crear utilizando un trozo de barro. Dando formas diversas y con la experiencia de sus antepasados es como se convirtió en una experimentada artesana, trabajo que le permitió educar a sus hijos y como la tradición lo sugiere es una de sus hijas ha decidido seguir su camino como locera.
Pese a que Pilen es un punto turístico para el visitante de la comuna Delfina mantiene una tradición de llegar todos los miércoles y sábados hasta la feria de Cauquenes donde se instala con sus productos para venderlos. Tiene clientes habituales que han encontrado en su trabajo una manera distinta de agradecer a sus seres queridos con un arte decorativo y funcional, de paso fortalecen la cultura campesina.
Delfina ha cultivado esta actividad por más de 68 años, su habilidad, destreza, experiencia y por sobre todo su esfuerzo por fomentar el interés en las nuevas generaciones la llevó a ser reconocida como Tesoro Humano Vivo.
Son sus cualidades y sencillez que la llevaron a mostrar y enseñar sus técnicas en distintos puntos del país y el extranjero, obteniendo reconocimiento por su aporte en el rescate de las tradiciones ancestrales como la alfarería y lo que ésta representa para el desarrollo de la humanidad.
“Con la greda puedo hacer de todo lo que me pida, en mi casa tengo una figura de una mujer cantando con guitarra, carretas con bueyes, la iglesia de San Alfonso, pesebres, ollas para el ajo, fuentes, cántaros y de lo que me pida. Me conoce todo el mundo, soy tesoro humano vivo, tengo todos mis reconocimientos en mi casa, tengo un taller donde puede encontrar de todo. Ser locera es mi felicidad… soy reconocida internacionalmente, fue a Suecia a enseñar, hice clases de cómo trabajar la greda”.

Myriam Lara Aguilera artesana en greda
Myriam aprendió mirando el trabajo de su madre, pero no fue sino que hasta los 12 años cuando se atrevió a realizar sus primeros productos sabiendo que esta sería su principal actividad, como lo ha sido de varias generaciones en su familia.
Recuerda que “uno va aprendiendo de las más viejitas, conoce sus técnicas y lo que más le gusta de lo que hacen ellas… fue como a los ocho años cuando comencé a hacer este trabajo, no seguí estudiando para dedicarme a locear. Sabemos hacer de todo, podernos hacer de todo lo que nos piden, pero hemos trabajado últimamente algunos productos solamente como las pailas, bandejas y algunos juguetes que son lo que más se vende”.
Pese a tener un valor cultural que ha servido al reconocimiento del trabajo de las loceras de Pilén la actividad no ha tenido un repunte comercial por lo que actualmente Myriam han decidido reducir el tiempo que dedica a moldear la greda. “trabajo lunes y martes la greda, el miércoles vengo a la feria para vender y en la tarde bruño (pulir con productos para dar el color final) lo que tengo hecho y continúo el jueves porque el viernes cuezo lo que voy a traer a la feria”.
“Es un orgullo ser reconocida como tesoro humano vivo, a uno la reconocen como artesana y eso es importante. Tenemos nuestro puesto en la feria donde podemos vender nuestros productos y eso es bueno. Además todos tenemos distintas formas de trabajar, algunos son más bonitos, otros más rústicos pero para cada estilo hay un comprador. En los estilos también ha distintas formas en las que se cuecen, unos utilizan solo leña, otros leña y guano lo que influye en el color final de la greda, en mi caso utilice leña de culén y guano, esa es la diferencia del color de mis productos con los de las demás artesanas”, agrega.
Myriam reconoce que es importante el reconocimiento a su trabajo, pero se hace necesario que se avance ahora en mostrar y mejorar la comercialización de sus artículos para que la este oficio ancestral no desaparezca por falta de interés de las nuevas generaciones.