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La evidencia de César Fuentes

Como buen científico, César Fuentes teoriza sus respuestas buscando lo exacto. Y si no lo encuentra, se demora, repasa, rebusca, calcula. Y si aun así no encuentra la respuesta, deja una señal de esperanza. O, simplemente, deja de creer.

Talquino del barrio La Florida. Estudió en el Liceo Abate Molina. Quizá fueron las Olimpiadas de Física y Química en la educación media el primer acercamiento, sin saberlo, a la astronomía. Lo suyo no fue una explosión interestelar. No hubo una fascinación párvula por las estrellas. Incluso, en algún momento pensó en seguir la tradición familiar de la medicina.

Fue, en definitiva, un viaje a años luz. Todavía en tránsito, como todos, Fuentes cree que la respuesta está en los datos. Es cuestión de analizarlos. No le hablen de platillos voladores. Vive y trabaja en Santiago. Pero viene seguido a Talca. De hecho, se casó con una talquina.

En tercero medio se dio cuenta que tenía habilidades para la física y las matemáticas. Un año más tarde postuló al plan común de ingenieria en la Universidad de Chile, en la mítica sede Beauchef. A esas alturas tampoco tenía clara la órbita de viaje. Siempre ha trabajado con la política de puertas abiertas. Ese podría ser un buen consejo para los jóvenes de hoy. Idea que se vio potenciada en la universidad. “La ingeniería de la Universidad de Chile tiene el plan común de dos años en que tu aprendes habilidades y eso tiene mucho sentido para el mundo de hoy y los nuevos desafíos tecnológicos, en que tú no aprendes cosas, aprendes habilidades que te sirven después para cualquiera cosa”.

El lanzamiento

Aquí entramos en plan despegue. Le sirvieron esos dos años. “Me pareció el plan común porque me permitía aplazar la decisión de ser ingeniero civil estructural o ser ingeniero matemático (…) Aplazar la decisión te hace tener que tomar una decisión más informada (…) Esa decisión que tomas dos años después, cuando ya estás en la carrera, cambia las cosas sustantivamente…”.

¿Y…? Bueno, llegó una práctica veraniega en el observatorio del cerro Calán. Llegó también María Teresa Ruiz, destacada astrónoma nacional, quien le pasó unos datos para que los analizara.

Lo de los datos no es tema menor para César. En las conversaciones con María Teresa se dio cuenta que analizar datos era algo bastante más entretenido de lo que pensaba. “Fue como una verdad revelada, que todo lo que a uno le enseñan en ingeniería, por ejemplo, tiene harto que ver con aquellos pocos problemas que tienen resultados limpios”.

Datos. “Cuando vi que los datos eran más interesantes es cuando decidí irme por la astronomía”. Cuesta sacarlo de esa lógica. Sin embargo, hubo un momento tan revelador como las charlas con María Teresa.

Introducción. 

“Resulta que cuando no hay Luna la noche es oscura, y uno comete el error de pensar que la Luna sale solo de noche, la Luna sale todo el tiempo, y si no hay Luna uno ve las estrellas mucho más brillantes…”.

Desarrollo.

“Me pasó una vez que estando cerca del Lago Colbún en la noche, muy oscuro, pude caminar a la sombra de las estrellas, no del Sol, no de la Luna, a lo que uno está acostumbrado, sino a la sombra de las estrellas, porque las estrellas son tan brillantes que se ve el centro galáctico”.

Clímax.

“Hay gran densidad de estrellas, tu puedes proyectar la sombra de estas estrellas que están en la galaxia, muy, muy lejos, y son lo suficientemente lumisosas como para hacer reflejar lo que tu ves alrededor y proyectar una sombra”.

En órbita

Esa sombra fue durante la universidad. Luego, ya en su etapa docente, apareció el asunto de explicar la teoría. “Hay miles de cosas que yo sé y pienso que sé hacer porque las hago y resulta que las tengo que explicar a alguien más, y ese aguien te pregunta por qué”. Entonces, confiesa, se da cuenta que “no tengo idea de lo que estoy hablando”.

Sí, el astrónomo experto, doctorado en la Universidad de Harvard, especialista en el Sistema Solar, en la formación de planetas, en el Big Data, cuestiona su capacidad de transmitir conocimiento. Porque no es que no sepa de lo que está hablando. Sabe y mucho. Pero, “la evidencia que tienes para decir, pensar, hacer lo que haces, a veces es bien poco fuerte y uno actúa, piensa, hace, en base a lo que te dice alguien más”.

Y si se intenta responder a preguntas bien profundas, explica, como de dónde venimos o si estamos solos en el Universo, la inquietud es justificada. Para responder esas interrogantes la astronomía, argumenta Fuentes, aporta datos duros. “Y esos datos duros son más correctos, están basados en evidencia”.

En eso está. Viaja regularmente al norte a observatorios gigantes y ultramodernos, observa y busca objetos en el Sistema Solar, y, por supuesto, analiza datos. Porque una cosa es observar y otra, aunque es parte del mismo objetivo, analizar a través de datos lo observado. “Mucho del análisis ocurre después tratando de caracterizar todo esto”.

La astronomía, asegura, tiene un futuro brillante, estelar. Aunque, fiel a su espíritu crítico, pone paños fríos. Sí, Chile tiene la ventaja de sus cielos en el norte, condición que ha motivado la inversión extranjera en grandes proyectos, promoviendo la actividad astronómica. No obstante, analiza, “hay muchas ciencias muy buenas en Chile que no tienen las ventajas de la astronomía (…) Sí, la astronomía es la ‘niña bonita’ en muchos sentidos (…) Pero sigue siendo un poco extractivista esa mirada de solo la astronomía”.

Encuentros cercanos

César Fuentes salta a otro planeta. Habla de los peligros del pensamiento mágico, eso, por ejemplo, de la numerología que te habla de las bondades del 2, o del horóscopo que te anima porque hoy, justo hoy, te va a caer dinero del cielo. “Si uno no tiene esta herramienta de tratar de pensar en la evidencia con respecto a eso, quedamos bien a la deriva de otra gente (…) Esa es la gracia de la evidencia. La evidencia existe o no existe, no es que yo crea que existe”.

“Ese pensamiento mágico es súper peligroso…”, señala y pone como ejemplo la crisis política ocurrida en Estados Unidos tras el asalto al Capitolio.

“Me llama la atención, me interesa lo que acurre allí, y eso nos puede pasar perfectamente a nosotros”. ¿Y hay evidencia de vida inteligente extraterrestre? Si se piensa al estilo de los “Los archivos secretos X”, no, nada que ver, responde enfático. Eso de que los extraterrestres están entre nosotros, “no, eso no, eso es mentira, es ciencia ficción. No hay ninguna evidencia de eso para nada”.

Ahora bien, precisa, esto no significa que no exista vida inteligente en otro lugar del universo. “De hecho, hay evidencia de que la probabilidad de que haya vida inteligente, independiente de nosotros, en otro lugar del universo, es bien cercana a 1, es muy probable que haya vida inteligente, incluso dentro de la galaxia”.

¿Y cuál es la diferencia entre creer en vida extraterrestre y creer en Dios? “El problema de la fe es que tu siempre vas a poder conservar tu fe, da lo mismo la evidencia que uno te plantee (…) Si uno quiere creer va a creer. En ese sentido, claro, son equivalentes. Y son muy personales”, intenta una respuesta. “Categorizar esa creencia como positiva o negativa es otra cosa. Pueden haber sido útiles en el pasado, pueden ser útiles en el futuro, pero chocan con la ciencia”, agrega sobre ambas creencias. Evidentemente, enfatiza, “estamos hablando de dos cosas diferentes, no es lo mismo”. Y vuelve a criticar el pensamiento mágico que “crea un hábito en cómo uno piensa”. Sostiene que “uno crea un hábito al recitar cosas, uno crea un hábito al decir cosas que están escritas. Uno crea el hábito de no cuestionar. Y yo creo que ese es un mal hábito”.

Maniobras de reingreso

Las pistas están claras. ¿Cree en Dios César Fuentes? “Yo era súper católico, súper devoto, hasta que me pregunté por qué lo que yo pensaba era más válido que lo que pensaba gente diferente. Cuando uno se da cuenta que lo que tu piensas, lo que tu dices, está limitado por quien te tocó de papá, quien te tocó de mamá, tus circunstancias personales, es bien difícil que exista una verdad absoluta en lo que uno piensa porque es lo que a mí me enseñaron”.

Haciendo una analogía ad hoc, “es pensar que uno es el centro del universo”.

César Fuentes es optimista. Por la evidencia, por los datos. Porque la pandemia y su efecto en todo el mundo “nos prepara para algo que puede ser mucho peor”. ¿Peor? Sí, peor. “Este bicho es bastante buena persona comparado con otras posibilidades… imagínate que esto fuera como el Sida, que no hubiese posibilidad de vacuna, sería otra la historia”.

Y, también, demuestra que la colaboración entre países es una cosa fundamental. “La vacuna que se está repartiendo en Estados Unidos es la misma vacuna que tenían como a las cuatro horas que los chinos publicaron el genoma del virus (…) Los decubrimientos científicos son cada vez más rápidos de dispersarse, de tener un efecto real en la gente”.

Quizás hasta sirva para que los niños desarrollen pensamiento crítico. “Cuando uno lee información científica de otros lados, uno lee a los autores como si fueran grandes pensadores, grandes científicos, y resulta que -como alumno me pasó- eran tan alumnos como uno”. Hay que creerse el cuento, propone César fuentes, se puede colaborar y aportar desde el confín del mundo. “Uno puede aportar a la carrera espacial desde Talca”.

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