En Gran Bretaña durante el siglo XIX se libró una gran batalla en el congreso para conseguir un sufragio universal, pues se esperaba que todas las personas participaran de las votaciones en la elección de sus Parlamentarios y Primer Ministro. Evidentemente fue una lucha de ideas que para la época generó bastante ruido. Los que dominaban hasta ese momento eran una minoría muy privilegiada y una mayoría que no participaba en las decisiones que afectaban la vida de las personas.
Así fue que reforma tras reforma se fueron implementando modificaciones constitucionales para conseguir entre otras cosas el voto femenino, y de todos los ciudadanos.
Por supuesto, en Chile se libraron muchas batallas de la misma índole hasta llegar a nuestros días, esperando que la ciudadanía manifieste su voluntad a través de su decisión en la papeleta. Sin embargo cada vez que hay elecciones la participación ciudadana ha ido disminuyendo. En ese contexto es válida la pregunta: ¿los elegidos representan a la mayoría de las personas que pueden votar?, o ¿sencillamente las cosas podrían ser diferentes si es que fueran a votar al menos el 80% de los ciudadanos?. Es evidente que todo podría ser distinto, ya que desconocemos cuales son las preferencias de aquellos que no acuden a votar.
En este contexto, no es descabellado suponer que estamos viviendo lo que no queremos o lo que no hemos decidido, pero no podríamos culpar a todos los demás por tener a una pésima calidad de políticos, en las municipalidades, en el congreso, en la convención constituyente o en donde quiera que estén.
Las elecciones de 2021 tuvieron bajísima participación, del orden del 42%.
¿Para qué lucharon tanto nuestras generaciones anteriores para conseguir el derecho a votar si es que hoy en día la mayoría no tiene interés en hacerlo?. Así las cosas, hemos logrado instalar en el congreso y en la convención a personas con muy poca votación, y además con muy poca preparación, entregándole en sus manos el destino de nuestro futuro. Estas personas conquistaron con muchas ideas, ilusiones y sueños, muchos de ellos cantan, muchos de ellos pueden hablar por horas sin aportar nada, sino solo para ganar tiempo, otros llegan disfrazados y se ponen capas, muchos de ellos se interesan solo por mantenerse en el puesto, ya que su remuneración es altísima…la mas alta del mundo.
Lo hemos hecho de manera indirecta al no acudir a votar.
Al no participar de la votación estamos abriendo la puerta a aquellos que como decimos coloquialmente “son mas vivos”, pues les bastará con seguir todas las causas, apoyar y reclamar por cuanta necesidad exista, y “hacer ruido”, con el fin de ser visualizados por la gente, para con tan solo unos pocos votos puedan conseguir su anhelado puesto de trabajo y así vivir del Estado, apoyando a todas las causas, pero sin hacer nada en concreto, pero sí para azuzar a la gente, para movilizarla y crearle necesidades que muchas veces son imposibles de resolver.
Es en consecuencia de vital importancia tener en cuenta que cada voto importa, que es necesario conocer a los candidatos, sus profesiones, sus ideas, su formación personal, su trayectoria. No es llegar y votar por el mas conocido, no es llegar y votar por aquel que encuentra que está todo malo, pero tampoco tiene propuestas serias. Se trata de entregarle a alguien la responsabilidad de velar por nuestra calidad de vida, por el futuro de Chile y de sus habitantes. Por supuesto, que es una tarea difícil, ya que por estos días nos hemos llenado de una política demagógica y populista.
Quedan pocos días para la elección presidencial, que probablemente es la mas llena de incertidumbre para toda una generación. Es por eso que los invito a todos a participar, a votar para elegir a quienes nos parezcan los mas adecuados para gobernar y legislar en nuestro país. Por supuesto no da lo mismo elegir a alguien con 40% de participación que con una participación masiva.