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“El Chilenito” con identidad talquina

Al hablar de Talca es imposible no hacer la relación con los completos, Lorenzo Varoli, el dueño de la Luna, los dulces Calaf y, sin lugar a duda, con los helados “El Chilenito”. Cada uno de ellos ha contribuido a crear una identidad única para quienes nacieron en esta tierra y también a aquellos que la han hecho su hogar.

Pedro Cantuarias Ahumada es uno de ellos, con su particular forma de mirar la vida, donde lo importante fue siempre hacer las cosas bien, se ganó un espacio en la historia de la capital regional. Lo hizo con esfuerzo, perseverancia, respeto y confianza, llevando a su fábrica de helados a ser muy valorada en la ciudad, por entregar productos de calidad y a buen precio.

Según recuerdan sus amigos y familia, Pedro llegó a Talca en 1965. Lo hizo por amor a Lucia Elena Hernández Jara, su compañera de toda la vida. Con ella a su lado inició su primer gran negocio: la venta de cabritas. Luego, sumó los confites y llegó a ser un distribuidor para los comerciantes ambulantes de la ciudad. En ese contexto, acuñó el nombre de “El Chilenito”, en homenaje a un compadre y mejor amigo que lo apodaban de esa manera, quien fue uno de los pioneros en hacer helados artesanales en Talca.

Visionario en los negocios, Pedro observó que la llegada de los supermercados sería -al corto plazo- un riesgo para sus emprendimientos, por lo cual, decidió modificar sus proyectos. Así en 1977 instaló en su hogar de calle 10 Oriente entre 2 y 3 Sur la fábrica de helados, donde se popularizó el tradicional helado Campeón.

Susan y Delia Cantuarias –ambas hijas de Pedro- recuerdan que “como ya teníamos el apoyo de los comerciantes ambulantes de Talca, mi papi decidió hacer helados. Por eso hemos perdurado… Él siempre dijo que había que hacer las cosas bien, y así es como se mantienen inalterable sus recetas y seguirá siendo de esa forma, porque mi papi así lo quería”.

Pedro Cantuarias falleció a la edad de 91 años, el pasado 24 de febrero. Su partida causó un profundo dolor en quienes -durante 56 años- tuvieron la oportunidad de conocerlo. Su nieta mayor, Carolyn, lo recuerda como un hombre de buen corazón, generoso, respetuoso y solidario, valores que traspasó a sus cuatro hijas, siete nietos y a sus siete bisnietos a quienes amó por igual, sin distinción. “Con la muerte de mi papi quedamos destruidos, sabíamos que era un hombre bueno, pero creíamos que eso lo sabíamos nosotros en la familia pero después de que se conoció que había fallecido, las redes sociales y los llamados telefónicos nos demostraron que muchas personas lo sabían, no fue un santo, pero fue un buen hombre” agregó la nieta.

Peggy es otra de sus nietas que, entre miles de recuerdos, destaca que él se proyectaba en cada uno de los miembros de su familia, tanto así que se daba el tiempo para estudiar con cada uno de sus nietos, preocupado de que ingresaran a la universidad. Y cuando tenían que defender sus tesis, se encerraba con cada uno para que juntos prepararan la presentación.

Pese a que no será fácil vivir sin la presencia de Pedro, sus hijas, nietos y bisnietos, asumieron el compromiso de mantener el legado y proyectar la fábrica de helados El Chilenito, para seguir refrescando a los talquinos por mucho tiempo más.

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