El año 2020 quedará registrado en nuestra memoria como un año difícil, complejo y extraño. Nuestro mundo cambió junto con nuestra capacidad de adaptación.
Las medidas preventivas para el resguardo sanitario afectaron fuertemente al ámbito de la cultura y las artes. El cierre forzado de nuestras salas parecía ser una amenaza insalvable para la comunidad artística en general. Así, la digitalización de los contenidos artísticos nos abrió un mundo de posibilidades diferentes, casi inexploradas para los espacios culturales inmersos en un quehacer de por sí complejo desde lo económico y lo técnico.
Vivimos a partir de ahí un aceleramiento digital que nos conminó a una relación y cultura más íntima, personalizada, para una audiencia nueva, desconocida, y un espectador que llevó nuestro quehacer a la intimidad de su hogar, a través de un dispositivo celular, una tablet o un computador.
Un público que obedeció a sus propios gustos, horarios, plataformas. Que decidió interactuar o no, junto con disfrutar uno o más contenidos artísticos simultáneamente.
Esta crisis nos permitió vincularnos de una nueva manera con artistas, gestores y creadores, de distintos puntos de la región, del país y del mundo. Las fronteras ya no fueron impedimento y la tecnología nos permitió crear y compartir un nuevo e ilimitado escenario común.
Como ciudadanos aprendimos a reconocernos entre tanto contenido nuevo, con incorporación de imágenes del territorio, el trabajo de folcloristas, artesanos, escritores, cuentacuentos, artes circenses y mucha música. La producción local compartiendo espacios con la producción internacional.
Solo las estadísticas del Teatro Regional del Maule, nos informan de más de 450.000 visualizaciones de nuestros contenidos, lo que representaría un 40% de la población maulina. Probablemente nunca el acceso fue tan expedito como ahora.
Las tendencias mundiales y la realidad actual nos obligan a pensar en un 2021 digital y semi presencial; nuevamente buscando fórmulas para que los ciudadanos accedan con más facilidad y rapidez a los contenidos culturales.
La democratización y el acceso a las culturas y las artes seguirá siendo una responsabilidad. Pero, cómo facilitar el acceso equitativo e igualitario si en nuestra sociedad tenemos hoy una enorme brecha tecnológica. Cómo llegar a comunidades más lejanas, sin internet, cuyas necesidades siguen siendo primarias. Sin duda alguna será uno de nuestros desafíos.
De igual modo, propiciar el desarrollo de los artistas, mejorar sus condiciones laborales, fomentar la creación maulina, propender al cruce de disciplinas, hacer viables económicamente los proyectos de las distintas disciplinas artísticas, son y seguirán siendo nuestro compromiso, al tiempo que un deber del Estado, de las organizaciones y de la empresa privada.
El desafío es continuar, mantener y mejorar un trabajo en red colaborativo y participativo, a través de más debate, más conversación, más compromiso.