La Organización Mundial de la Salud sostiene que 1de cada 100 muertes es por suicidio. Un dato espantoso, una cifra preocupante, que pone de manifiesto la importancia de la Salud Mental en nuestra población y nos interpela como sociedad a buscar mecanismos de prevención, atención e investigación, orientados a identificar los factores de riesgo y de protección que están presentes en las personas, y, de esta forma, poder determinar qué tipo de atención brindarles para contener y manejar la ideación, planificación o intento suicida.
En Chile entre 2016 y 2017, en la Encuesta Nacional de Salud, el 1,7% de los hombres y el 2,8% de las mujeres respondió afirmativamente a la pregunta sobre si “alguna vez ha pensado seriamente en suicidarse en los últimos 12 meses”. Además, según información del Ministerio de Salud, 1.800 personas mueren al año por suicidio y en cuanto a la tasa de mortalidad por suicidio según región, el Ministerio de Salud informa que las regiones de Atacama y del Maule presentan cifras por encima de la tasa nacional. Dado lo anterior es que el suicidio se convierte en un problema de salud pública que requiere especial cuidado y atención.
En la actualidad, existen diversas estrategias de prevención destinadas a la población de mayor riesgo que cuentan con apoyo científico. Dentro de ese grupo están los y las adolescentes, quienes producto de su etapa de desarrollo evolutivo son más propensos a sufrir cambios de humor, transitar por períodos de tristeza, irritabilidad y desánimo. Con ello, sin el apoyo y contención adecuado de parte de su familia, de miembros de la comunidad educativa o personas de su red social, pueden llegar a desarrollar sintomatología depresiva que, sin un tratamiento adecuado, puede llegar al riesgo de presentar ideación, planificación e intento suicida.
Dentro de las acciones preventivas se encuentra el apoyo psicológico, focalizado en acciones de trabajo conjunto con las comunidades educativas, prevención en la comunidad para la población general, garantizar una cobertura mediática responsable de la temática, considerando el valor que tienen los medios de comunicación como fuente de información y, por último, establecer el contacto con líneas de apoyo psicológico en el caso de ser necesario, instancias que se están implementando en Chile a partir del estrés causado por la pandemia del COVID-19, como intervención en crisis a través de un servicio gratuito, confidencial y en contacto con un profesional de la salud mental.
Adicionalmente, y en paralelo con el primer apoyo bridando por el MINSAL, el acompañamiento psicoterapéutico es crucial para la gestión de la crisis, reducción y manejo de la sintomatología depresiva y gestión emocional. Ello, mediante la ayuda a la persona para cambiar la forma de ver sus problemas explorando nuevas estrategias de afrontamiento, mediando la utilización de sus recursos personales, facilitando el reconocimiento de sus fortalezas y construyendo soluciones que le permitan crear esperanza para afrontar las dificultades que está vivenciando y logre encontrar una solución.
Pablo Concha Ponce
Académico Carrera Psicología, Universidad Autónoma de Chile, sede Talca