El economista Rodrigo Herrera de la Universidad de Talca señaló que en caso de llevar adelante alguna de las propuestas es necesario asegurar una negociación simétrica entre el trabajador y la empresa.
¿Cuál es el contexto?
El proyecto de ley sobre reducción de la jornada laboral a 40 horas semanales y la propuesta de disminuir de forma flexible de 200 a 180 horas mensuales, realizada recientemente por el presidente de la Comisión Nacional de Evaluación y Productividad (CNEP), Raphael Bergoeing, son algunas de las fórmulas que ha sido debatidas durante la semana en materia económica.
¿Qué opina el decano de Economía de UTalca?
Para el decano de la Facultad de Economía y Negocios (FEN) de la Universidad de Talca, Rodrigo Herrera, la flexibilización, entendida como el trabajo inteligente, es bienvenida si se relaciona positivamente con la productividad y negativamente con la precarización del trabajo o el debilitamiento de la organización de los trabajadores.
¿Cuáles fueron sus palabras?
“Una política de flexibilización debe beneficiar tanto a trabajadores como empresariado, por lo tanto, esta debe asegurar una negociación libre entre ambas partes para evitar una posible asimetría de poder. Sin embargo, ya sea la reducción laboral a 40 horas semanales o su versión flexible de 180 horas mensuales, me parecen políticas riesgosas en el contexto económico actual. Creo que si se hace con gradualidad la versión flexible se podría atenuar su posible impacto negativo en la productividad en el corto plazo, pues el valor de esta flexibilidad puede compensar el costo de la menor jornada”, agregó el economista.
¿Cómo analiza la propuesta de las 180 horas?
Sobre este modelo de las 180 horas, Herrera explicó que podría ser una opción siempre y cuando sea de forma gradual y que los trabajadores tengan asegurada su capacidad efectiva de lograr una negociación equiparada dentro de las empresas al momento de pactar la jornada de trabajo.
“Por ejemplo, al tener una jornada flexible un trabajador podría optimizar los tiempos diarios de traslado -combinando posiblemente incluso con jornadas de teletrabajo- dentro de una ciudad como Santiago. Esa libertad de poder flexibilizar su jornada, sería el principal factor que impactaría positivamente en la calidad de vida del trabajador junto con mayor productividad”, señaló el decano de la FEN UTalca.
¿Hacia dónde debe apuntar el debate según el académico?
Y recalcó que “las palabras claves son flexibilidad, gradualidad y libertad para pactar jornadas diversas de trabajo, en un espacio de negociación simétrica entre trabajador y empresa. En Chile solo cerca del 20% son parte de un sindicato. Por lo tanto, se necesita libertad para que cada trabajador pueda negociar directamente con su empleador, de manera transparente ante la ley”.
¿Cuál es la principal traba para la reducción de la jornada laboral?
Para el académico, considerando el contexto económico actual, es importante la gradualidad de las medidas. “La consigna es mejorar la productividad postpandemia, ya sea a través de una mayor inversión, mejoras en capacitación y tecnología, para luego paulatinamente reducir la jornada laboral, no al revés”, finaliza.