-Ahora resulta que marzo es un bono. Pero no solo eso. También es una pausa. Una pausa…parece chiste malo…No es el inicio de clases. No es la carrera a comprar los útiles, los uniformes…
López me interrumpe y aclara que el bono no es por la pandemia. Bueno, sí, por la pandemia. Pero venía de antes. Lo que es nuevo es el IFE, el Bono Covid…
-Pero el Bono Covid es el mismo Bono Marzo…¿o no?
López se encoge de hombros…entre tanto bono, dice. Y me pregunta si tiene que mandar a su hijo al colegio.
-¿Tu hijo va al mismo colegio del año pasado?
-Sí, al mismo…
-Entonces va a tener que ir a clases…los particulares no le siguen el jueguito a los profesores…
López sabía perfectamente que iba a tener que mandar al Lorenzo al colegio, solo quería polemizar, desahogarse…
-Ya López…no te hagas mala sangre…si ni siquiera te tocan los bonos…no seas patudo…
-Sí, claro…pero sí me tocó el bono de las quinientas lucas…
-Pero lo tuviste que devolver…¿Lo devolviste cierto?
Sí, claro que lo devolvió. López es demasiado escrupuloso como para hacerse el tonto.
-Lo que quiero decir es que tienes razón, marzo ya no es marzo. Extraño la nostalgia de que se acabaran las vacaciones…La Paola y el Lorenzo fueron un fin de semana a la casa de los abuelos en La Florida y sería… y fue antes de la cuarentena total…Estoy aburrido…Ni siquiera la esperanza de la vacuna me alcanza…
-Va a pasar López…el otro año volveremos a tener vacaciones, los hijos van a regresar al colegio y vamos a volver a odiar marzo…
Creo que marzo nunca ha tenido la culpa. Marzo es marzo, un mes a medio camino, ni chicha ni limonada, tal vez por eso se hizo mala fama. Igual me gustaría vivir en el hemisferio norte, tal vez en Estados Unidos, o, mejor aún, arrancar a fines de febrero y regresar en septiembre. Así, eternamente, por los siglos de los siglos.
Pero no puedo. Este año no viajaré a Santiago para acompañar a mis hijos en su primer día de colegio. Aún están chicos y me aguantan. Para ellos marzo es marzo, ni más ni menos.